martes, 25 de febrero de 2014

Lo genial de dejarse barba. Ese picor insoportable que te hace feliz...(Episodio I)

Fue en las navidades pasadas, aún recuerdo el momento, ese instante en el tiempo en el que sientes que tu vida ha de cambiar, que necesitas tomar una decisión importante, que es hora de hacer grandes cosas...Ese instante, ese jodido instante en el maldito tiempo en el que decides dar un golpe en la mesa y...¡decides dejarte barba!

Y si, tu vida cambia, de golpe... bajo. Dios!. No he tenido que tomar tantas decisiones desde que hice el test para sacarme el carnet de conducir. Explico el maravilloso proceso necesario para que tu cara se llene de pelos incómodos, picantes, molestos, insostenibles y que, sin embargo, por alguna extraña razón, seguramente masoquista, hace que te sientas un poquito más feliz.

Primero, y fundamental, hay que pensar en cómo diablos quieres la barba. Por supuesto, ni la más remota idea. Soy un hombre, no me fijo en otros hombres por principio, solo faltaba eso. ¿Qué barba me dejo?. ¿Larga? ¿Corta? ¿Perilla? ¿Bigote?.¡Yo qué sé!. Busco en Google..



Joder, no puede ser tan complicado.. ¡Yo qué sé!. Dudas por un momento, pero no, hay que ser firme con las decisiones importantes. Gonzalo, vas a tener barba. Lo repito una y otra vez, como un karma...

A ver, vamos a ver, calma...Habrá un criterio más sencillo. Busco en Google otra vez. Veo que hay un criterio para escoger el tipo de barba según la forma de tu rostro..



¡¡Son todas iguales!!. ¿Qué tipo de rostro tengo?. ¡Yo qué sé!. Soy muy guapo, me lo dice mi madre, pero no me dijo nunca si mi rostro era triangular o diamante. El espejo, ya cansado de mí, tampoco me dice mucho más.

Paso de Google, no vale para nada y aún no tengo barba. Medito cinco o seis horas sobre qué hacer. De repente, veo la luz. Me gustó una foto que vi de George Clooney. Todo el mundo dice que es guapo, como yo.. ¡Ya está, me dejo la barba como George Clooney!, me digo convencido.



Ya está decidido, me importa un pepino el tipo de barba y la forma de mi rostro. Voy-a-dejarme-barba-Clooney.

Pasan cinco días...Y ves que los pelos aparecen, felices y liberados después de tanto afeitado diario, pero los cabrones son caóticos. Te miras al espejo y no te reconoces. Coges una cuchilla de afeitar y te masacras la cara. Te detienes un momento, justo antes de ir al hospital medio desangrado, y reflexionas de nuevo...¿Esto es así? ¿He de morir en alguna UVI en urgencias de un hospital a causa de esto? ¿Es mi destino así de cruel, o existe alguna otra alternativa?.

Medito doce horas más. Vuelvo a Google, medio cabreado y medio desesparado... Busco sobre cómo dejarse barba.

Miles de mensajes, patéticos, desesperados, de gente rara, de islamistas... Por fin, veo la luz de nuevo. ¡Coño! No basta con dejarse la barba, hay que cuidarla. No vale una Guillette de toda la vida. Hace falta un artefacto, un invento que desconocía y que se llama de una forma super original.. ¡Un barbero!.

Sudando y lleno de nervios corro a Alcampo mientras todo mi cuerpo siente que necesita un barbero. No sé qué es, pero lo necesito, mataría por él....Llego al departamento de máquinas de afeitar masculinas, aparto a la gente a la porrazos y busco, sintiendo temblores en mi cuerpo, los malditos barberos. Miro tembloroso el estante y ¡ me cago en todo !, ¡ hay no menos de cinco modelos distintos !

Continuará....

martes, 18 de febrero de 2014

Kein Zurück

La buena música es o bien inglesa (de Liverpool) o alemana (electrónica, Wagner no me encandila), todo el mundo lo sabe y si no lo hace, debería hacerlo. El resto son cosas raras, desde el el rock americano hasta las salsas y vallenatos indescriptibles que se cultivan más hacia el sur....

Me gusta esa música. La inglesa la entiendo casi siempre. Paul McCartney vocaliza perfectamente y Andy McCluskey (de la OMD, claro) no , pero tengo sus letras. Por cierto, un día hablaré de Los Beatles e intentaré entender por qué el nombre mis ídolos empieza por "Mc", pero eso es otro asunto...

Sigo contando. Los grupos alemanes que me gustan cantan en inglés. Un día, en un foro extraño, vi un enlace a una canción. Era de un grupo que, claro, ya no existe, se llamaba Wolfsheim y estuvo activo entre 1.987 y 2.008. Casi todos sus discos están en inglés pero, claro otra vez, esta canción no. Está en perfecto e incomprensible alemán. Pero la canción me atrapó.

Siempre pensé que el idioma perfecto para hacer sentir algo era el francés. Lo odio, pero hay que reconocer que suena muy bien. El alemán lo asociaba a Angela Merkel, Hitler y, en general, a gritos, órdenes y mucho ruido. Pero cuando escuché esta canción todo se me vino abajo. Es perfecta. La música y la voz se funden de una manera que me hizo escucharla muchas, muchas veces seguidas.




Entenderla fue difícil. Prefiero obviar las traducciones de Google y las de los aficionados. Al final, mezclé una traducción del alemán al inglés con otra del alemán al español....Y salió esto.

No hay vuelta atrás.
¿Aún recuerdas cómo era?

La infancia era maravillosa.
El mundo está lleno de color, es adorable.
Hasta que un día te das cuenta
de que un adiós ya no es un adiós.
Es también esperar volver a verse.

Estribillo:
Siempre adelante
Paso a paso
No hay vuelta atrás!
Lo que hoy es, nunca se podrá cambiar.
El tiempo se nos escapa
Lo que se hizo, ya está hecho
Lo que hoy es, nunca ocurrirá de nuevo

Una palabra dicha en caliente,
Un paso adelante demasiado apresurado

Ya acabó.
Da igual lo que pasó
Lo que dije, ya está dicho,
Lo que parecía eterno ya es pasado.

Si pudiera una sola vez
volver el tiempo hacia atrás
Me gustaría no haber visto tantas cosas.

Tu vida da vueltas en círculos,
Llena de tiempo malgastado.
Tus sueños te empujan sin cesar.
Aún quieres vivir en algún momento
Pero si no es ahora, ¿entonces cuándo?
Algún momento es también un sueño muy lejano



Me gustó. La estoy escuchando ahora otra vez

viernes, 7 de febrero de 2014

Mi padre

Dicen que hay muchas cosas que no se valoran hasta que se pierden. Seguramente es porque pensamos que esas cosas siempre continuarán siendo como las vemos en un momento del tiempo. Todos queremos olvidar esa gran interrogación que supone darse cuenta que todo cambia, que siempre queremos mantenernos en ese estado en el que, más allá de la felicidad, nos sentimos cómodos.

Pero no es así, nunca lo es. Hace falta tiempo para darse cuenta, hay que llegar a un punto en la vida en el que existe un enorme punto y aparte en el que, de repente, lo sientes. Sientes una pérdida que te llega a lo más profundo de tu corazón y te hace pensar en tí mismo, en cómo durante tanto tiempo has hecho cosas, o quizás no, que podrían haber sido de otra forma. Pero sobre todo sientes que da igual, que lo único importante es aprender de todo eso, que ese punto y aparte existe y que debes aprovecharlo.

Mi padré murió hace casi un año, el 11 de febrero de 2013. Desde entonces todos y cada uno de los días le recuerdo y no puedo evitar llorar al hacerlo. Lo peor es no haberle dicho tantas cosas... Sé que las sabía, que no hacía falta decírselas, pero quisiera haberlo hecho.

Le admiré siempre, siempré busqué su consejo. Por supuesto, muchas veces, no le hice caso, pero su tranquilidad, su calma, su visión siempre sabia y desde otro punto de vista de las cosas me equilibraba. Le admiré por todo lo que decía y, también, por todo lo que callaba.

Me encantaba escuchar sus historias, pero siempre era necesario animarle a contarlas, era muy difícil que lo hiciera por su propia voluntad. Su vida fue difícil, pero rica en todo tipo de experiencias. El no decía nada si no le preguntabas, siempre guardaba cosas en su interior. Pero cuando hablabas con él salían y te dabas cuenta de todo lo que de verdad sentía.

Hoy recuerdo lo que me dijo hace casi un año. Abrió los ojos y me vió junto a su cama. Solo fue "qué cara tan guapa tienes, hijo". Yo le decía lo mismo, tendría que haberlo hecho más veces, aunque sé perfectamente que no hacía falta.