miércoles, 23 de septiembre de 2015

Nighthawks: Durante


EL

Llegó temprano a la cita, Demasiado temprano. Exactamente la última cosa que hubiera deseado hacer. Parecía, una vez más, que su destino le agarraba de la mano y le arrastraba sin preocuparse demasiado por su opinión. Se preguntó si realmente ésta valía para algo. Se preguntó qué diablos estaba haciendo en una ciudad desconocida, en un bar desconocido, esperando a una mujer que le abandonó dos años atrás, dejando tras de sí una cama caliente y un futuro helado como una noche de invierno.

Encendió un cigarrillo, otro más. Miró alrededor mientras el café caliente humeaba en su taza. De nuevo el vapor formaba espirales que se cruzaban con el humo de su cigarrillo formando figuras que desaparecían en un techo oscurecido por tantos cigarrillos de tantas personas que habían ocupado su sitio durante tanto tiempo.

El bar estaba casi vacío. Miró a un hombre sentado a su derecha. Solitario como un deseo incumplido, miraba silencioso su vaso probablemente colmado de whisky. La taza de café vacía que le acompañaba no debió ser suficiente para él. Cabizbajo, parecía una parte más del mobiliario.
El camarero se afanaba en lavar la vajilla que posiblemente nadie más usaría esa noche. Miraba hacia algún lugar intentando no cruzar sus ojos ni con el cliente absorto en sus pensamientos ni con él. El chocar del cristal hizo un clinc que de nuevo le sobresaltó.

ELLA

Se vistió con prisa. Eligió un vestido rojo y unos pendientes a juego. Nada más. Ningún anillo, ningún colgante, ninguna pulsera. Todo sobraba en este mundo que acababa de cambiar tras esa llamada de teléfono.

Sentada en la cama de su frío apartamento, mientras se ajustaba los zapatos, sintió que su pasado la golpeaba de repente como olas enfurecidas en una tormenta. Todo lo que había intentado olvidar durante ese tiempo estaba allí, rodeándola, robando su fuerza y su determinación, empujándola de nuevo hacia lo que, ahora supo, no había podido olvidar. Con un escalofrío, notó que nunca había querido hacerlo.
Eligió el mal camino. Lo supo incluso antes de haber tomado la decisión. Lo supo después y lo sabía ahora, con una certeza que la inundaba, como aquellas caricias que durante tanto tiempo recorrieron su cuerpo y que aún sentía y extrañaba. Cerró los ojos y, una vez más, lloró. Una vez más, tuvo la certeza de que no podría hacer nada por borrar ese pasado y mucho menos ese presente que la rodeaba y que llenaba sus noches de angustia.
Agarró su bolso, introdujo en él la caja de cerillas y, con paso rápido, se encaminó al dinners.

EL

Sonaba “Midnight Cocktail” de Glenn Miller. Odiaba esa canción, lenta y melosa, pero sin embargo le hizo gracia el estribillo. Hablaba de seguir el camino más sencillo para conseguir ser feliz. Irónico.

El hombre gris a su derecha pidió otro whisky con voz trémula, afectada seguramente por el alcohol y, quien sabe, por la canción que seguía sonando desbordando el silencio del local. Pensó en hacer lo mismo, pero una punzada en su cabeza le recordó que no debía. Su vida a fin de cuentas estaba colmada de cosas que no debía haber hecho.

Por fin, se hizo el silencio. Durante un instante disfrutó de él. Cerró involuntariamente los ojos y ella volvió a aparecer en su mente. Una vez más. Sintió su calor, su olor y de nuevo recordó su voz. Sintió un escalofrío, algo diferente a tantas y tantas veces en las que había hecho lo mismo durante estos dos años.

El aire seco y cargado del dinners se movió, seguramente por primera vez en mucho tiempo, el olor a café y cigarrillos desapareció de repente. Sintió una mano en su hombro y, aún sin abrir los ojos, supo que ella estaba a su lado.

ELLA

Hola