miércoles, 8 de enero de 2014

Una estela en el mar

Lo reconozco, soy apasionado del Programa Apolo, ese conjunto de misiones que permitió entre 1969 y 1972 que una docena de seres humanos pisaran la Luna. Muchas veces he pensado por qué...

Al final no es tan complicado, mucha gente se apasionó también, en eso no soy muy original, aunque la verdad es que no sé si por las mismas razones. Las mías son éstas:

- El proyecto Apolo es un mensaje de superación, de obstinación, incluso de terquedad por alcanzar un objetivo. De tropezar y levantarse una y otra vez. De fracasos, de ilusión y decepción. De triunfo al final. Todo son sentimientos. El proyecto Apolo llevó a la Luna lo que todos alguna vez quisimos ser

- Nunca fue rentable, todo el dinero invertido no se recuperó en absoluto, salvo en cosas que se tuvieron que desarrollar tales como el velcro, el tubo de pasta dental, las lentes de contacto y ¡los pañales desechables!. Eso le da mucho más valor, el beneficio fue otro muy distinto

- Por último, nunca en la historia se ha demostrado de esta manera la capacidad creativa del ser humano. Nunca la tecnología dió un salto tan brusco en todas las disciplinas, desde la informática a las telecomunicaciones. Por cierto, el ordenador de la nave Apolo 11 tenía una memoria ROM de 72 Kb (72000 bytes) y 4 Kb (4000) bytes de memoria RAM, pregunten a Microsoft si con eso llegaría a la Luna

Pero no voy a hablar de eso. Hubo siete misiones tripuladas en el proyecto Apolo, con tres hombres cada una. De ellos, uno permanecía en órbita en el módulo de mando y los otros dos pisarían la Luna en el módulo lunar. Serían catorce hombres los que debieron aterrizar, pero el Apolo 13 como todos sabemos nunca lo hizo. Su comandante fue James Arthur Lovell Jr, Jim Lovell. Le conocí hace años en Canadá, pero eso no viene al caso. A comienzos de los años 50 Jim Lovell era piloto de combate. Pilotando un avión F2H Banshee desde el portaviones USS Shangri-La en el mar del Japón tuvo una experiencia que describe perfectamente todo lo que quiero comentar hoy.

Esta es la entrevista donde Lovell describe lo que ocurrió:

- El comandante Jim Lovell ha pasado más tiempo en el espacio, casi 24 días completos, que cualquier otro hombre. Una vez le pregunté si había sentido miedo.

- Bueno, he tenido un apagado de motor unas cuantas veces en una aeronave, y sentí curiosidad por si iba a volverse a encender y cosas parecidas pero… parece que todo se resuelve solo.

- ¿Hay algún momento en concreto… quizá una emergencia en la que recuerde haber pasado miedo?

- Ehhh… si. Recuerdo una vez. Pilotaba un Banshee de noche en condiciones de combate, así que no había luces de orientación en el portaaviones. Era el Shangri-La y estábamos en el mar del Japón. Mi radar no funcionaba, y mi señal de dirección había desaparecido porque alguien en Japón estaba usando la misma frecuencia, de modo que me estaba alejando de donde se suponía que debía estar. Miré hacia abajo y vi un inmenso y oscuro océano, así que… encendí la lámpara del mapa… y de repente… zas!! Todo se apagó en mi cabina, absolutamente todo. Todos los instrumentos, las luces, ni siquiera podía saber cual era mi altitud… Sabía que me estaba quedando sin combustible, de manera que pensé en hacer un amaraje forzoso… miré hacia abajo… y en la oscuridad… había una estela verde… era como una larga alfombra que hubieran puesto justo debajo de mi… eran las algas, ¿sabe? Era aquella materia fosforescente que se revuelve al pasar un gran barco y estaba… estaba… literalmente, llevándome a casa. Si no se hubiera cortocircuitado el sistema eléctrico de mi avión dejándome a oscuras, jamás hubiera podido ver aquello. Así que… nunca se sabe… nunca se sabe que puede ocurrir para ayudarte a llegar a tu destino...


Nunca se sabe qué puede ayudarte a llegar a tu destino....

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